domingo, 15 de noviembre de 2009

Kantika Korala de Leioa: Música de fresca inteligencia emocional


El segundo concierto del Otoño Musical Castreño fue sorprendente. La música de Kantika Korala de Leioa te atrapa, por su frescura, te envuelve y obliga a permanecer atento al siguiente movimiento musical; la inteligencia emocional en toda su extensión. Cada una de las escenificaciones musicales preparadas por Basilio Astúlez, el director de Kantika Korala, es producto del conocimiento de las emociones y los sentimientos, de la sabiduría por reconocerlos y manejarlos, de la motivación intrínseca de las chicas y chicos que componen el coro y, sobre todo, de intuir cómo gestionarlos y proyectarlos al público en cada actuación. Esta segunda jornada de las Bodas de Plata dejó un sabor de boca innovador en el público que se acercó hasta Santa María de la Asunción, que quedó inmovilizada por el interés musical en muchos momentos de la actuación de Kantika Korala de Leioa.


La entrada de Basilio Astúlez con su troupe al comienzo del concierto fascinó a los asistentes; al son del tambor y con un hilo de voz de falsete estremeciendo los góticos arcos de Santa María. Escenificaciones como esta enganchan desde el primer momento por su novedad y originalidad, al igual que las restantes obras interpretadas por un grupo musical de enorme fuerza y atractivo. El variado repertorio desplegado por Kantika Korala comenzó con el Padre Nuestro, del músico valenciano del siglo 18 Vicente Martín Soler, el Ave María, del compositor alemán de música clásica Franz Xaber Biebl y el Ave Maris Stella, de la gipuzcoana Eva Ugalde; todo un prometedor comienzo de sacro colorido.
Y ya metidos en harina, Kantika Koala rompió la noche con la simpática Habaneras de Carnaval y Laionoak, de Domingo Azurza; la noche no había hecho sino comenzar porque Astúlez y su troupe fascinaron a los asistentes convirtiéndose en un sociable grupo de monos (en la foto) para cantar Tja!, de S. Hatfield. Sorprendente y cordial interpretación. El resto del concierto de Kantika Korala fue un continuo volar con Let me fly, de K. Shaw; Zai Itxoiten, de J. Bust; Give me Wings, de S. Johnson o I´Goin´up a younder, de W. Hawkins; aderezado con el acompañamiento al piano de Itziar Bilbao.
A Kantika Korala sólo le quedaba el bis de propina, aunque antes llegó la sorpresa al hacer entrega del cuadro original de Carlos Goitia, como recuerdo del paso del coro vizcaino por el Otoño Musical de Castro Urdiales, a una de las chicas de Kantika Korala, Arrate Viguri, bautizada, precisamente, en Santa María de la Asunción.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Nunca había asistido a un espectáculo tan sencillo y a la vez tan actual

Anónimo dijo...

A mi personalmente me encanto