martes, 24 de febrero de 2009

Frío concierto de Carnaval en la iglesia de Santa María de Cudeyo, en Solares


El pasado sábado, como estaba previsto, cumplimos con profesionalidad nuestro compromiso con el concierto, patrocinado por la Consejería de Cultura, Turismo y Deporte del Gobierno de Cantabria, en el barrio de Valdecilla del municipio de Solares, en la iglesia de Santa María de Cudeyo. El recital preparado tenía una docena de interpretaciones con un primer repaso a la música popular de varias regiones españolas y un sencillo toque religioso de inicio. Y la segunda parte, dedicada al folklore de Cantabria, que como suele ser habitual, fue acogido con satisfacción por el público que acudió a la fría iglesia de Santa María de Cudeyo. Lo cierto es que la sonoridad de Santa María de Cudeyo, al igual que su amplia historia, resultó buena y el concierto sonó agradablemente.

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A pesar del frío reinante en este sábado de Carnaval, el marco escogido por el Gobierno de Cantabria era un santuario lleno de historia religiosa y social, que abarca desde sus orígenes en el siglo undécimo, cuando era un monasterio dedicado a Santa María, hasta nuestros días, cuando hasta hace poco tiempo en el pórtico sur se reunía la Junta de Cudeyo. Las primeras referencias datan del siglo XI cuando la historia habla de un templo dedicado a la Virgen María, que a lo largo del tiempo ha sufrido variados cambios de arquitectura, pues la considerada parte mas antigua es la nave de la Epístola, que es tardogótica, mientras que otros elementos como cubiertas, pilares con motivos vegetales, humanos o eucarísticos, datan del gótico final. Y la portada sur se enmarca dentro del gótico hispanoflamenco. Todo ello, como prueba de las diferentes fases de transformación por las que ha pasado la iglesia de Santa María de Cudeyo entre los siglos XII al XVIII. Como detalle interesante, la portada sur, que en su arco gótico recoge con el lema del Ave María, un cordón de estilo franciscano y 37 sellos donde puede leerse: Suman los perdones de esta iglesia en cada año XVIII mil y quinientos días de perdón mas cada día CXX. Toda una jaculatoria de perdón por los pecados cometidos.

Con esta abrumadora historia, la primera parte la comenzamos con Ave Verum, una poesía del siglo XIV dedicada a Cristo eucarístico atribuida al Papa Inocencio VI que se recitaba durante la elevación de la Hostia durante la consagración. Son muchos los compositores que le han puesto música, siendo la mas famosa la de Wolfgang Amadeus Mozart, aunque nosotros cantamos una partitura armonizada por el compositor castreño Arturo Dúo Vital nacido en 1901 y considerado por muchos como el principal representante del regionalismo musical cántabro. Y, seguidamente, nuestra segunda interpretación fue nuestra ya clásica Las ruinas del Monasterio, de Sthele, una canción que narra una preciosa historia de monjes, aterrados por una tormenta que destruye su convento y a los que sólo logra salvar su fe, mediante su virtuoso canto a la Virgen María, que fue muy aplaudida. Y, luego, nos acercamos hasta Galicia con otra interpretación habitual de nuestro repertorio, con Negra Sombra, de Xoan Montes Capón y letra de Rosalía de Castro, cuyo archivo de video está en la cabecera. El ambiente, aunque seguía frío comenzaba a calentarse con numerosos aplausos.

Cataluña fue nuestra siguiente parada con L ‘ Emporda, una canción estrenada en 1908, con música del compositor catalán Enric Morera y Viura, un prolífico autor de música escénica, que con esta composición resalta mediante identidades rítmicas, cada concepto o palabra mediante un significado que sobrepasa el presente y se proyecta al futuro. La quinta interpretación fue Te quiero, una melodía que ha hecho popular a nivel mundial la cantante argentina Nacha Guevara, compuesta por Alberto Favero, bajo un poema de Mario Benedeti. La tonada, adaptada a nuestro estilo de voces graves, tuvo al barítono, Daniel Alvarez como voz protagonista.

Y finalizamos esta primera parte con El Camino de Mieres, una letrilla del Maestro Federico Moreno Torroba, afamado compositor madrileño, nacido a finales del siglo XIX, autor de algunas de las más famosas obras del género chico, como Luisa Fernanda, Cascabeles, Baturra de temple, Azabache o la zarzuela de ambiente asturiano Xuanón, a la que pertenece esta pieza. La voz de mi compañero, el tenor primero, José Luis Santamaría nos transportó hasta la conocida cuenca asturiana.

En la segunda mitad, continuamos repasando la música popular de Cantabria y, así, comenzaremos con la habanera humorística castreña De Roca en Roca, de Nicolás Torre; y seguimos con compositores castreños, con Arturo Dúo Vital del que ya hablamos al principio del concierto. Interpretamos Date la vuelta, una composición, compuesta durante su encarcelamiento en la Guerra Civil en 1938, donde Dúo Vital se vuelca y conduce la música popular hacia unos esquemas de composición nuevos, llegando a armonizar verdaderas creaciones musicales como ésta del propio folklore vernáculo. La tercera canción de esta segunda parte, fue Salutación a la montaña, de José Lucio Media-villa, compositor de la corriente modernista cántabra que se encuadra entre 1930 y 1950, que supo fusionar el lenguaje popular con las nuevas técnicas y expresiones de ritmos y armonías populares.

Las dos melodías siguientes tuvieron como protagonista al laredano Alfonso Ruiz Martínez, también de la Corriente Modernista, que ha aportado a la copla tradicional una forma nueva de entender éste género con la incorporación de las canciones más populares del litoral e interior montañés a la lírica contemporánea y a las corrientes actuales de la música internacional. Fueron Súbela Marinero, una composición marinera muy conocida con la voz solista de José Luis Santamaría, y A la Orillita del Río, una balada muy cantada en los pueblos de Cantabria, que juega en su lírica con el amor y el desamor, deseado y añorado, primero, y despechado, después, por no haber sido correspondido.

Y finalizamos el concierto con alegría y baile, con el conocido joropo venezolano, Alma Llanera, que dio fama mundial a su compositor, Pedro Elías Gutiérrez, y está considerada como el segundo himno nacional de Venezuela. Un final de placentero zapateado latinoamericano para evitar, finalmente, el frío del sábado de Carnaval.

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