La segunda actuación del XXVIII Otoño Musical, a cargo del coro Brumas Norteñas, resultó de lo más entretenida, el pasado sábado en Santa María de la Asunción, pues esta agrupación de voces graves de Comillas se definen a si mismos como un grupo de amigos a los que nos gusta cantar que, además, nos agrada cantar juntos y que intentamos que la gente que nos escucha disfrute. Toda una declaración de identidad coral, que resultó auténtica y verdadera porque la veintena de coralistas comillanos brindaron una velada alegre y con estilo al fidelísimo público que, como siempre, a pesar del desapacible otoñal tiempo, abarrotaba la gótica parroquia castreña. Vídeos de la actuación en http://www.youtube.com/user/pepearlote
Brumas Norteñas fue fundado en 1972, tomando su nombre de un libro de poemas del comillano Jesús Cancio, conocido poeta del mar. Luego, el coro se disolvió en 1981 y años después, en 1998, Luis Expósito volvió a formar el coro de voces graves hasta los tiempos actuales, siendo su director, compositor y solista, que en esta velada musical castreña se prodigó como voz única en varias de las interpretaciones. En el curriculum de Brumas Norteñas consta el haber sido vencedor de la Canción Popular de Cantabria en los años 2007 y 2012 y subcampeón en 2010 y 2011. Toda una brillante tarjeta de visita para sus innumerables actuaciones por la geografía de la Península Ibérica. Su repertorio tiene más de 80 obras de todo tipo, aunque predominan las canciones montañesas y marineras, reflejadas en tres CDs titulados, Caprichos Montañeses, Comillas, Perla del Mar y Brumas vivo y directo.
Luis Expósito, el director, comenzó con un sencillo homenaje a los marineros castreños haciendo que su coro cantase Pescadores, una composición asturiana de Manolo Carrizo, que pone de manifiesto la vida dura y sacrificada de los hombres del mar y que fue muy aplaudida. Y, seguidamente, Brisas de mi Santander, obra de Emilio Otero del Val, una canción de amor, que se desarrolla en el ambiente de una verbena en la capital cántabra. Y Brumas Norteñas, mediante el dúo de los coralistas Guillermo y Marino, siguió repasando el folklore montañés con Ya se van los mozucos, una antigua canción de la montaña que narra la marcha y regreso de los mozos con los rebaños, ante la presencia de una moza.
A continuación, llegó la interpretación de Un mercante inglés, una canción marinera y popular, con ritmo de habanera, alegre y desenfadada, que describe la parte más positiva de la vida en la mar. La voz solista de Luis y la narración de Miguel completaron la interpretación musical, antes de volver al folklore de la tierra cántabra con Cantar a Cantabria, compuesta por Luis Expósito, que ensalza las bellezas del territorio de este a oeste y de norte a sur. Marino fue la voz solista en esta ocasión. Pero Brumas Norteñas, no contentos con las canciones populares montañesas decidió interpretar una canción popular gallega ¡O voso galo, comadre! la cual en tono festivo cuenta los intentos de un mozo por ligar con una chica, momento que impide el alboroto que arma un gallo enamorado de una gallina.
Una nueva habanera -- con el solista Luis como protagonista--- irrumpió en la velada musical con La Gaviota, compuesta por el catalán Frederic Sirés, en la que se envidia a una gaviota su posibilidad de volar para llegar más rápidamente hasta su amada. Y, de nuevo, el comillense Marino cantó un nuevo sólo con la interpretación Me dijiste que a las diez, del compositor Juan Guerrero Urreisti. Esta canción cuenta como una novia campurriana se queja a su mozo porque no ha ido a rondarla a la hora prevista y éste le contesta que ha ido a cantar a otra.
Y siguió el turno de la jota aragonesa, La mi virgen (con Luis como solista), en honor de la Virgen del Pilar, que tiene mucho en común con los hombres y mujeres de la costa, que suelen definir a la jota como el inmenso mar por su hermosura. Y, de nuevo, otra habanera, La Reina del Placer, compuesta por Xabier Montsalvatge y armonizada por Alain Langrée, en la que se describe la belleza de las mulatas cubanas, entre las que destaca La Reina del Amor, que con su mirada mata de amor a los hombres. Siguieron a continuación con mas dúos, como el de los coralistas Marino y Guillermo, en La Perla del Cantábrico, escrita por Emilio Otero del Val, una canción marinera que ensalza a la ciudad de Santander, asomada a su bahía, y continuar, seguidamente, con otra habanera, Añoranza de un marino, en la que el protagonista recuerda con pesar un amor que olvidó con el paso del tiempo.
Brumas Norteñas estaba llegando al final del concierto y, una vez más, Luis Expósito, su director, se arrancó Con Aire, composición montañesa por excelencia de Lucio Lázaro, que describe las sensaciones vividas en la montaña de Cantabria por un carretero de los de antes. Y, para finalizar, un guiño a las mujeres que acudieron al concierto mediante otro sólo por parte de otro de los componentes del coro de Comillas, Víctor, que interpretó arropado por las voces de sus compañeros, Mocina dame un besín, de Antolín de la Fuente, una composición asturiana en la que un mozo propone a su novia hacer dos reliquias con un beso y un pañuelo para seguir unidos mientras se encuentren separados.
El bis estaba asegurado para Brumas Norteñas, pues los largos aplausos del público así lo solicitaban. El colofón fue la conocida obra El Menú, de Karl Zollner, donde el camarero recita musicalmente la carta del establecimiento.
Brumas Norteñas estaba llegando al final del concierto y, una vez más, Luis Expósito, su director, se arrancó Con Aire, composición montañesa por excelencia de Lucio Lázaro, que describe las sensaciones vividas en la montaña de Cantabria por un carretero de los de antes. Y, para finalizar, un guiño a las mujeres que acudieron al concierto mediante otro sólo por parte de otro de los componentes del coro de Comillas, Víctor, que interpretó arropado por las voces de sus compañeros, Mocina dame un besín, de Antolín de la Fuente, una composición asturiana en la que un mozo propone a su novia hacer dos reliquias con un beso y un pañuelo para seguir unidos mientras se encuentren separados.
El bis estaba asegurado para Brumas Norteñas, pues los largos aplausos del público así lo solicitaban. El colofón fue la conocida obra El Menú, de Karl Zollner, donde el camarero recita musicalmente la carta del establecimiento.
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