jueves, 12 de agosto de 2010

Ecos memorables de un concierto novedoso a beneficio de Haití


Los ecos de la velada a favor de los damnificados por el terremoto de Haití resonarán en la memoria de la iglesia de Santa María de la Asunción de Castro Urdiales por mucho tiempo. Como todos los años, Los Templarios de Castro Urdiales cumplimos con nuestro compromiso anual de ofrecer un concierto por una buena causa y, así, la recaudación batió el récord del año anterior logrando una cantidad cercana a los 1.800 €uros para Manos Unidas de Cantabria, institución que se encuentra realizando importantes proyectos de atención humanitaria en la isla caribeña, desde hace ya 30 años y que, ahora como consecuencia del terremoto, ha intensificado. Además, nuestra directora, Izaskun Franco nos había propuesto un reto añadido, aparte de renovar nuestro repertorio, como era cantar sin mirar la partitura de la canción, prestando toda la atención a su dirección. Todo un novedoso planteamiento, que nos dejó un buen sabor de boca a tenor de los resultados y comentarios obtenidos.


Superar la revolución de cantar sin partituras y dominar el reto de nuevas interpretaciones era una propuesta novedosa, en parte, complicada para nosotros, pero que superamos a base del trabajo inteligente de nuestra directora y, también, con nuestro entusiasmo y constancia. El resultado fue una función que comenzó en penumbra con Cantate Domino y que finalizó vibrante y con una sensación de aromas muy fragantes con el Canto a Castro, como suele ser habitual en nuestros conciertos castreños.

Igualmente no podemos obviar, que en esta velada musical debutaron dos nuevos Templarios: José Ramón Olaran, en la cuerda de los bajos y Carmelo Del Río, en la de los barítonos. Dos excelentes refuerzos para el futuro de nuestra agrupación coral.

En la penumbra del altar de Santa María los ecos de la primera canción, Cantate Domino, de la compositora americana Laura Farnell, flotaron en el ambiente de la iglesia gótica castreña. Un artístico y prometedor comienzo. Y, seguidamente, la lírica de Et in terra pax, de Mary Lynn Lightfoot, terminó por cerrar el sacro musical comienzo de la gala. Como en anteriores ocasiones, el suave entorno invitaba ya a escuchar nuestra nueva colección de simetrías musicales.

Fue el momento de comenzar con el género amoroso al estrenar Amor de Mi alma, del compositor Randall Stroope, una dulce armonía de palabras de amor, basada en la letra del Soneto V, unos preciosos versos de adoración que Garcilaso de la Vega, dedicó a quien, dicen, fue su amante secreta, Isabel Freire, la mujer por la que nació, vivió y murió, como dicen los versos del poeta español del Siglo de Oro. Así, llegó el instante de acometer Madrigal, de Jesús Guridi, compositor alavés del pasado siglo, que cuenta en su curriculum con obras musicales tan famosas como Diez Melodías vascas, El Caserío o Amaya y encuentra su inspiración en el folklore vasco. El madrigal es un tipo de composición renacentista cantada a capella, que Los Templarios logramos expresar con una sonora resonancia.

El Hombre del piano, del renombrado Billy Joel, no podía faltar en nuestro nuevo catálogo, sobre todo porque la novedad era el dúo de tenores de los hermanos Aqueche, un guiño a la memoria de Ignacia, su madre, una tiple de voz privilegiada, componente de aquella coral castreña de los años 40-50, que dirigió el afamado Luis Morondo. Los hermanos Aqueche hicieron palpitar los corazones de sus familiares e, igualmente, del auditorio que llenaba Santa María.

El postre de la primera parte de la velada estaba destinado a la canción de Los últimos de Filipinas, Yo te diré, un bolero de los años cincuenta, interpretado por segunda vez y que fue un más que digno epílogo de la primera parte. La sonrisa de nuestra directora al retirarnos a descansar unos minutos confirmaba el buen camino emprendido en la clásica veraniega velada musical de Los Templarios.

La segunda parte del concierto había que comenzarlo de una forma alegre para renovar la atención de nuestro fiel público. Así, les trasladamos a la selva africana con El León duerme esta noche (The Lion Sleeps Tonight), del compositor Solomon Linda, que arregló una versión del éxito de la popular africana Mbube ---león en zulú--- que se convirtió en una canción de gran popularidad en la cultura de Sudáfrica en los años 40. La atención del público estaba de nuevo lograda y era el momento de los tenores primeros, que tomaron el protagonismo de la velada para cantar en castellano Only you - Sólo tú, de Los Platters, un grupo estadounidense de los años cincuenta de rhythm and blues, compuesto por cinco cantantes de color (cuatro hombres y una mujer). Las notas musicales de los solistas de los Los Templarios llenaron de románticos acordes el templo castreño de Santa María.

Era el momento de volver al final del concierto del pasado año, que habíamos perfeccionado. Las tres baladas de amor de Il Divo volvimos a cantarlas de una forma pop más trabajada e interpretada. Comenzamos con Si tú me amas, escrita por Félix Pizarro y compuesta por el trío de músicos Andreas Romdhane, Josef Larossi y John Reid; luego, Por ti seré, de Brendan Graham y Rolf Lovland; y, finalmente, la famosa canción de la película Ghost, Unchained Melody de Alex North, que Los Templarios versionamos en italiano con el título de Senza Catene. Estas tres melodías comienzan suavemente, en medio de una atmósfera ensoñadora, y finalizan con el protagonismo de las voces de todo el conjunto vocal de Los Templarios, adquiriendo una mayor calidad vocal.

El Canto a Castro, a cuatro voces graves, del compositor castreño, Severino Dúo Vital fue el colofón a la velada musical, que puede escucharse en el enlace:

http://www.youtube.com/user/pepearlote?feature=mhum

1 comentario:

Anónimo dijo...

¡El mejor concierto de cuantos han dado Los Templarios!. Ya tengo gana de que llegue el otoño para seguirles en sus actuaciones

Megüi