sábado, 17 de julio de 2010
Íntimo reencuentro con el recuerdo de Miguel Sol Abascal "Solillo"
El marco, una vez más, fue la Iglesia de Santa María de la Asunción de Castro Urdiales y el motivo musical, el enlace matrimonial de dos jóvenes castreños descendientes de Los Templarios, Sandra y Miguel, la hija de nuestro compañero José Luis Ibáñez, y el hijo del timbrado barítono, Miguel Sol, fallecido hace cuatro años. El Coro de voces graves Los Templarios no podía faltar en estos esponsales, a la par que a este íntimo reencuentro con el recuerdo de Solillo, uno de los históricos coralistas de nuestra agrupación. El emotivo canto frente a los novios resultó atenazado por la inquietud, sobreponiéndonos a la angustia que nos oprimía un pequeño nudo en la garganta, que intentaba silenciar nuestras canciones, y un brillo de especial evocación en los ojos de los novios, familiares y todos Los Templarios.
No se trataba de un concierto importante, pero sí de una cita muy solemne para Los Templarios, porque, de alguna manera, se reunían en Santa María de la Asunción el pasado, el presente y el futuro; pensando, claro está, que Miguel Sol Abascal Solillo era el tiempo pretérito, el matrimonio de dos vástagos, el actual, y la posibilidad e ilusión por continuar con la saga, el futuro de Los Templarios. Recuerdo el mensaje que hace ya unos meses me evocaba José Luis Ibáñez, padre de la novia y barítono de Los Templarios, "yo vine a cantar por mi tío José Luis Carasa hace ya 14 años". Esta es la única forma de continuar con la historia musical de Los Templarios.
Las canciones para la ocasión habían sido escogidas por los novios. Así, comenzamos con la habitual en estos casos, Niña Hermosa, una preciosa habanera compuesta por José Ruiz Gasch que habla, precisamente, del amor, y que fue el prólogo para que los novios sellasen su pasión con un breve beso. Y luego, ya con el terreno abonado, entonamos Te Quiero, la canción que ha hecho popular a nivel mundial la cantante argentina Nacha Guevara y que fue compuesta por el músico argentino Alberto Favero, bajo un poema de Mario Benedeti y con la voz solista de nuestra barítono Daniel Helguera como protagonista.
Ese fue el momento de mayor emoción porque el recordado Solillo era el barítono solista de esta canción durante su andadura de muchos años en el ochote de Mareantes del Noble Cabildo de San Andrés y, posteriormente, en el Ochote de Los Templarios. La presencia de Maria José, viuda de Miguel Sol, junto a los novios, entonando la letra y mirando a lo alto del arco gótico de la portada de Santa María, iluminó de inesperados brillos los ojos de los enamorados y de muchos de los amigos y familiares presentes. No resultó un sentimiento nimio por inesperado, pero sí una dificultad a superar. El Rey León, como tercera interpretación, enfrío un poco los ánimos y Feliz Rincón, el epílogo musical del enlace matrimonial fue canturreado por los novios y padrinos como final del acto.
Y en el aplauso de despedida al sencillo recital de Los Templarios, María José y su hijo Miguel elevaron la mirada al cielo, mientras un rayo de sol, que salía desde las ruinas del castillo de Los Templarios en la falda del monte Cerredo, difuminaba las torres de Santa María de la Asunción de Castro Urdiales.
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