lunes, 30 de noviembre de 2009

San Andrés: Una celebración marinera animada por tenues pero luminosos rayos de sol


El día de San Andrés, la fiesta de los marineros de Castro Urdiales, amaneció de auténtico invierno; rebosante de frío, viento, lluvia y, en algunos momentos, hasta granizo. Por todo ello, acudir a la solemne Misa en Santa María de la Asunción, frente al mar Cantábrico, en medio de un cielo oscuro y encapotado, suponía atesorar una devoción sin límites. Como suele ser habitual en esta celebración de San Andrés, Los Templarios acompañamos el oficio religioso con la Misa de Perosi, bajo la batuta de Izaskun Franco y escoltados por el atronador órgano de la gótica parroquia castreña, tecleado por José Luis Sáez. Todo dispuesto sobre un escenario dramático, al que sólo faltaba la tenue luz del sol para completar el panorama. Y, como no podía ser de otra manera, el cielo quiso sumarse al acontecimiento, con los primeros compases del Gloria, al atravesar los rayos de sol las vidrieras de Santa María de la Asunción e irradiar con un destello la penumbra en que se encontraba la iglesia.


Posiblemente, esos destellos solares fueron un signo interpretativo del Día de San Andrés, una celebración enraizada en lo más hondo de las gentes marineras de Castro Urdiales, un pueblo que vive de cara al mar Cantábrico y que con esta tradicional fiesta marinera recuerda, precisamente, que muchos de la ciudad cántabra todavía viven por y para el mar.
Al comenzar el Kyrie, imprecación a Dios al comienzo de la Misa, la oscuridad del temporal cubría Santa María, pero en el inicio de el Gloria se hizo la luz y por arte de birlibirloque las coloristas vidrieras de Santa María se proyectaron sobre los arcos góticos.
A partir de ese momento, los claroscuros se sucedieron de forma intermitente pero siempre de forma más luminosa en los momentos de las interpretaciones de la Misa de Perosi, con una especial claridad cuando el Sanctus, Sanctus sonó vibrante, antes de situarnos, finalmente tras el oficio religioso, en las escalinatas del altar para unirnos al homenaje a los marineros castreños e interpretar cuatro canciones de nuestro repertorio: La fiesta de los marineros, del compositor belga de la época del romanticismo Jules Dénefre, un músico del siglo pasado que compuso esta canción de raíces marineras para este tipo de celebraciones; Mi Jotuca, del músico calificado como campurriano por excelencia, Juan Guerrero Urreisti: Salutación a la montaña, del compositor de la corriente modernista cántabra, José Lucio Mediavilla; y el Canto a Castro, de Severino Dúo Vital.
Toda una celebración de San Andrés.

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