jueves, 15 de mayo de 2008

Una Negra Sombra, por un plato extra de potaje


¡Negra Sombra! ¡Negra Sombra!....Cando penso que te fuches, Negra Sombra que me asombras, tornas facendo mofa. Cando maxino que es ida, No mesmo sol te me amostras. I eres o vento Zoa. Si cantan, es ti que cantas, si choran, es ti que choras, I es a noite, i es aurora. En todo estás e ti es todo, pra min i en min mesma moras, nin mi abandonarás ti nunca, sombra que sempre me asombras....... Este canto gallego compuesto por Xoán Montes Capón con una poesía de Rosalía de Castro, lleva íntimamente ligada una sencilla, pero poco conocida historia, en la médula de los inicios de Los Templarios, del castreño Germán Erquicia, uno de los tenores de la época los años treinta y cuarenta del Ochote Santa Ana, que se sirvió de Negra Sombra para sobrevivir en los años de la postguerra, después de finalizada la Guerra Civil, en el Penal de Santoña.



Negra Sombra es un canto gallego considerado como uno de los más hermosos y elementales, donde se funden letra y música en un trazo melódico que no cabe concebirlos por separado. Rosalía de Castro, autora de la letra, escribió el libro “Follas Novas” fuera de su sempiterna Galicia, abrumada por una obsesión por la salud y la presencia de la muerte, que convirtió en un crudo sentimiento escrito en Negra Sombra. Pocos años después, Xoán Montes Capón unió estas letras con un alalá recogido en A Cruz de Incio, una bonita localidad lucense, y la convirtió en una de las más emblemáticas canciones de la música gallega, que fue presentada por primera vez en el Gran Teatro de La Habana en 1892.

Hasta aquí, el simple enunciado de la poesía de Rosalía de Castro hecha canción, una melodía que se convirtió desde sus inicios en un canto enraizado, lleno de sentimiento y melancolía para los gallegos; una añoranza que traspasaba mas allá del concepto de patria o familia y se hundía en las entrañas del corazón de cada gallego hasta hacerle sucumbir de triste ternura.

Germán Erquicia era un tenor de la cuerda de los segundos considerado como una de las mejores voces de la Sociedad Coral de Castro Urdiales, de la Coral Santa María y del Ochote Santa Ana. Castreño de pura cepa, nacido en la calle La Rúa en 1912, recuerdan algunos de los entonces niños y ahora actuales coralistas de los Templarios, que Luis Morondo, conocido músico navarro amigo de Arturo Dúo Vital, quiso llevarse a la Coral de Cámara de Pamplona a Germán Erquicia y a la soprano castreña, Ignacia Aqueche, por su calidad vocal. Tal era la categoría melódica de algunos componentes de las corales de Castro Urdiales.

Lo cierto es que Germán Erquicia, tras su servicio militar en la marina, en el Almirante Cervera, volvió a Castro y se casó. Luego, llegó la Guerra Civil de 1936, que, finalmente, le llevo a prisión hasta 1943; todo un doloroso recuerdo para el tenor castreño.

De estos años pasados en el penal es la siguiente historia, cuando llegaba la hora del comedor. Cuentan, que el cocinero encargado del reparto de la comida era un gallego de pura cepa, al que Germán cantaba al oído Negra Sombra, con una inusitada maestría vocal, mientras por las mejillas del marmitón rodaban unos colosales lagrimones. El sollozo del chef gallego al terminar la canción con el susurro de …..soooombraaaaaaa…. se convertía en doble ración de potaje para Germán Erquicia. Era el momento sublime de un funesto día encuadrado en una época infeliz.

La poesía de Rosalía de Castro y el alalá escogido por Xoán Montes Capón en Negra Sombra juega, musicalmente hablando en un coro de voces graves como el nuestro, con el diálogo de las cuerdas del grupo de forma que, por ejemplo, los tenores interpelan en diferentes frases de la partitura a la negra sombra y las cuerdas de los barítonos o bajos responden de forma explicativa. Todo un juego de melódicos sonidos, que si se consiguen acoplar e interpretar de forma excepcional eriza el vello de los oyentes. Es una canción difícil, arraigada en la historia de los orígenes de Los Templarios, que compensa los esfuerzos interpretativos si, al final, conseguimos que durante un par de segundos el público que nos escucha suspire con el corazón encogido, antes de romper el silencio con sus aplausos. Ese es nuestro reto cada vez que cantamos Negra Sombra con Germán Erquicia en nuestro recuerdo.

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